Esta web apoia a Isaac Diaz Pardo Aquí O Páramo !: Interesante aportación de Minerva de Lugo sobre el estudio de las zapatillas !

miércoles, diciembre 15, 2004

Interesante aportación de Minerva de Lugo sobre el estudio de las zapatillas !

Sentada en un umbral, miro pasar los pies, tan concentrada, como si el hombre sólo fuera ésos pies. Parecieran andar separados del cuerpo, animados por un particular movimiento, vestidos graciosamente con discretas alpargatas o ahogados en barrocas y opresivas zapatillas, pesadas, espaciales. Muchos suponen, cuando hablo de la "Ley", que me refiero a los pies, y sacan conclusiones apresuradas, exacerbadas por la picardía popular. Pero eso es un burdo invento para devolver el honor a los enanos, atribuyéndoles capacidades difíciles de verificar, además de ser imposible su generalización. Se equivocan los que creen que apunto a esas vulgaridades. Mi teoría es que los zapatos dicen mucho de la personalidad: basta trazar un paralelismo entre el tamaño del calzado y la inteligencia. Parecen ser inversamente proporcionales.
Observemos estos ejemplos: veo caminar unos pies, presos en unas zapatillas astronáuticas con luces. Creo que las de los tripulantes de la Apolo XI eran más discretas; los prototipos que las utilizan deben tener vocación de marcianos. Voy levantando la mirada, y descubro un paquete de músculos bronceados, anteojos negros, mechones decolorados. A continuación oigo una carcajada gutural, enmarcada en una sonrisa supuestamente "ganadora", y constato con amargura que mi regla se confirma. El muchacho, por el tamaño de su caja torácica, parece haberse tragado un televisor color de 29”. Primer ejemplo de la comprobación empírica de esta hipótesis, llamada por su creadora, debido a su exactitud casi matemática, “Ley de las zapatillas grandes”.
Ustedes, pobres pequeñitos recién nacidos al mundo, se preguntarán el porqué de estas elucubraciones inútiles. Después de todo, a nadie pueden salvar o condenar, o tan solo ayudar a vivir. Pues bien, yo misma, la que escribe, la descubridora de la coincidencia inexorable entre el tamaño del calzado y la estupidez, he sido engañada y herida por obviar mi propia Ley. Basta confiar cándidamente en que “ésta es la excepción”, para que la cruel realidad se nos muestre en toda su acritud. No, criaturita, no caigas en la trampa ciega del amor y presta atención a los pies: no te arrepentirás.
Pero, como ocurre con todo postulado inquebrantable, hay que hilar fino para no incurrir en la tosca simplificación. Se citó el caso de un chiquito calzado con Topper, algo sucias por cierto (detalle en el que debería haber reparado antes de aventurar el diagnóstico), que una ilusa doncella creyó poseedor de las bien ponderadas “zapatillas chicas”, topándose con sorpresa con un rolinga de coeficiente mental fronterizo y seguido de la consecuente tragedia sentimental. Unas Topper de color tienen mayor status que unas blancas, repara en ese detalle.
Otro hecho notificado al Registro General Zapatillesco es el de un joven, cuyo atuendo simulaba ser el de un psicobolche, eliminado de la lista deseable debido al uso habitual de hierbas alucinógenas. Y eso que tenía unas sandalias de cuero favorablemente conceptuadas en la escala.
Así que, niño, niña, que vas por la vida distraídamente, sin pensar en las posibilidades predictivas de los zapatos, estás advertido. Después no digas que no te avisé. Y si descubres que el ser de tus sueños, en lugar de pies, tiene por extremidad un gomón, corre con todas tus fuerzas y estarás a salvo de su repulsivo encanto. Si desoyes este llamado a la prudencia de una damisela ya curtida en cuestiones pantuflísticas, espero que la vida te premie con un amiguete convenientemente calzado, porque de lo contrario sufrirás mucho. En el providencial caso de que no ligues un chancletazo, fatal debido a su peso.
Ya lo sabes, ya no tienes excusas. Y no temas, sólo recuerda: húyele a las zapatillas grandes.

Minerva de Lugo